04 septiembre 2006

Jornada 2



Mientras veía repetida la lesión de Gasol al caer mal sobre el parket de Saitama, me vino a la cabeza otro colectivo que también acostumbra a caer mal, aunque los individuos que lo componen raramente se lesionen. Me estoy refiriendo a los árbitros.

Existen muchas profesiones que son esclavas del tópico y caen mal injustamente. No es el caso de los árbitros. Al contrario: en mi opinión los árbitros son seres humanos obsesionados en caer mal nada más salen al campo, y no lo digo por sus errores puntuales y polémicos (errare humanum est), sino por errores mucho más irrelevantes tomados aisladamente pero que en cambio nos irritan sobremanera dado que son continuados y parece que inherentes a la profesión.

Como los partidos de este fin de semana son más bien insulsos a priori (ergo habrá sorpresa), me permitirán que me exitenda en el tema arbitral y que a continuación les desglose punto por punto algunos aspectos del código interno de este colectivo de individuos que lleva décadas y décadas desafiando a la psicología conductista. Más que nada porque la temporada justo acaba de empezar y ya se oyen y se leen truenos de villaratos. No señores, el verdadero problema arbitral yace en lo siguiente. Allá vamos:

1. Cualquier insulto o menosprecio al trencilla es un millón de veces más grave que partirle la pierna al contrario. Disciplina cuarteklaria propia del que se cree inferior.

2. Jugador novel que debuta en primera división, tarjeta amarilla asegurada. ¡Qué se habrá creído éste!

3. Dentro del área, y en caso de duda, la falta siempre es del delantero y jamás del defensa. ¡Viva el espectáculo!

4. Aquí el sinsentido llega al refinamiento: referente a las tarjetas amarillas por una entrada, la señalización de las mismas dependerá más del jugador y de su historial que de la entrada en sí. Por ejemplo, si la hace Messi, que no tiene fama de jugador duro, eso llamará más la atencion del árbitro y ñaca, le mostrará la amarilla. En cambio, mire usted por dónde, si la misma falta la hace Vieira, jugador más bien duro y condundente, el árbitro encontrará normal ese tipo de entrada para lo que es el perfil de ese jugador y por lo tanto no le enseñará la tarjeta. Según esta lógica, Vieira deberá hacer muchas faltas fuertes seguidas (o una verdaderamente asesina) para recibir la amarilla, mientras que Messi la recibirá a la primera y por mucho menos. Curioso, ¿no?

5. Si un balón se acerca a la línea de banda y la toca (sin traspasarla compeltamente) existe un 90% de probabilidades de que el asistente, que se aburre y está harto de no pintar nada, señale fuera. Ya lo decía JM García: ‘Es que tienen un auténnnnnntico resorte’.

6. Si se dan 3 minutos de tiempo de descuento y durante los mismos se para el juego durante 2 minutos para atender a jugadores lesionados o para que se produzcan substituciones (es decir, lo que pasa siempre), el árbitro se ceñirá a los 3 minutos indicados inicialmente y JAMÁS extenderá el juego hasta los 5 como indicaría la lógica. A la mierda el sentido común.

7. La ley de la Ventaja no existe. De hecho es un error del reglamento. Lo que sí existe es la mala forma física del colegiado, y qué mejor que pitar una buena faltita para recuperar el aliento. Además, a veces así se cortan jugadas de peligro, uno de los pasatiempos preferidos de este colectivo globalmente desquiciado.

8. La barrera nunca debe estar a los 11 m que dice el reglamento, sino a 7 o 8 metros solamente. ¡Faltaría más! Suficiente tiene el equipo atacante con que le señalen una falta al borde del área. Es la conocida máxima: ‘Chusín, las distancias las pongo yo’.

9. Y finalmente, hago mía la máxima del gran madridista Jacinto de Sosa: ‘Cuando el árbitro los brazos agita, algo ha visto que no pita.’ Sencillamente genial, amén de cierta como la vida misma.

Al final de su trayectoria, los árbitros suelen consiguir cierto nivel de competencia. No me extraña. Se pasan toda su carrera aprendiendo de la adversidad, generalmente creada por ellos mismos.

En todo caso, si se les ocurren más conductas aberrantes, no se corten y expónganlas en sus comments…


En lo que respecta a los partidos de este fin de semana, el Barça recibe la visita de Osasuna, también conocido como equipo ‘rojillo’. Llama la atención que en un período de tantas necesidades de todo tipo como en el franquismo, a los periodistas de la época les quedara tiempo para pasatiempos lingüísticos como llamar equipo rojillo a Osasuna, bermellón al Mallorca, o pimentonero al Murcia . Todo para no tener que emplear la palabra ‘ROJO’. Coño, al menos hubieran podido escoger sinónimos de ‘rojo’ más acordes con el talante ibérico, como ‘sangriento’ o ‘tintorro’. Digo yo…

En cuanto al Maligno, exactamente no sé dónde juega. Creo que en la ciudad de Levante, pero no me hagan mucho caso.